domingo, 22 de junio de 2014

¡Hombre de fe!

Una diminuta semilla de mostaza cae a tierra desde la cúspide del árbol, muriendo y habitando en el subsuelo y luego es el más frondoso árbol del huerto, conquistando con los puños de sus vastas raíces el terreno que la tragó. Igual sucede cuando entierran nuestras esperanzas, dejándonos frustrados e inertes, es allí donde la impotencia se convierte en violenta resistencia, mutando en descomunal osadía. Tales experiencias templan el carácter que empodera a un verdadero hombre con: fe que nace de la muerte, vida que nace de la resurrección y justicia que emerge de una conciencia redimida.



Un hombre de fe es mayor que su fe y que la grandeza hacia donde su fe lo lleva, pero un hombre sin fe, un día será menos que una semilla de mostaza.


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