domingo, 17 de mayo de 2015

¡No dudes!

La espera, el cansancio, el desánimo, los combates estériles, la sed de aliento, de un sorbo de amistad genuina, de un abrazo cálido, abaten sin medida nuestras almas. Y en la cueva profunda, el llanto de un corazón sin nombre, se desarma, entre sollozos y preguntas ociosas. La soledad aplasta tan fuerte, que esconde muy bien a todo el mundo en las cavernas del corazón; Pero aún así se denuncia a sí misma con un suspiro, mensajero perfecto de sus aspiraciones, volcán inesperado, colapsando ansiedades... Y ante tanta bruma, una luz como la de luna mañanera, exclama: “No dudes de su amor, delante de Él están todos tus deseos, y aun tu suspiro no le es oculto”.  (Salmos 38:9) l

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