jueves, 12 de noviembre de 2015

Hora cero

En 2 Samuel 23:6 encontramos el relato de unas particulares expresiones del rey David: “Pero los malvados son como espinos que se desechan; nadie los toca con la mano, se recogen con un hierro o con una lanza y ahí el fuego los consume”. Las leyes de esta vida se cumplen de manera natural. Asombra y espanta la precisión de la supervisión divina. El cielo no yerra, no borra, no pierde tiempo, no hace encuestas. Cuando llega la hora, simplemente ejecuta: bendice o sanciona!

A su hora, inconsultamente y sin restricciones, opera para liquidar cuentas, establecer su autoridad, y quienes se consideraron intocables ante la justicia humana, quedan desnudos ante el escrutinio divino. Dios hace milagros, hace misericordia, hace maravillas, pero no hace acepción de personas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario