Cuando mueres, el ego comienza a vivir el propósito divino y esa vida es la que compartirás con aquellos para los cuales tu ejemplo y valor cuentan; ahí comienza un accionar de consistencia, pasión y gozo, cuya marca queda ceñida a la placenta de tu destino. Ahora bien, que nada ni nadie te distraiga o robe la firmeza de tu determinación, esa que viene de saber que Dios está de tu lado, trabajando contigo, desarrollando lo inesperado, ignorado y trascendente de tu esencia. Es necesario menguar para que El crezca.
Desde tu interior está entretejiendo su milagro con tu vida y desde allí será expuesto. Aquella que una vez fue la plataforma de tu dolor, pasará a ser la tribuna escogida para exhibir sobre ti la bendición que estuvo cautiva.
Son para ti, la que dice que nunca estoy, pues si me voy es porque te quedas con Dios...
lunes, 9 de febrero de 2015
¡Mengua!
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