En nuestro andar diario, nos enfocamos con más frecuencia en las carencias que en lo que obtenemos de parte de Dios. Se precisa madura reflexión y humilde introspección para reconocer que nuestras debilidades han operado con más fuerza que las fuentes de misericordia y gracia que Dios ha puesto a nuestra disposición. Lo cierto es que Dios te dice a través de su palabra: “Bástate en mi gracia, pues mi poder se perfecciona en tu debilidad”. 2 Cor. 12:9. Dios nunca nos permitirá recorrer terrenos donde su favor y protección no operen, tampoco nos permitirá ser tentados más allá de lo que podamos soportar. La promesa se perfecciona justo cuando no podemos más; entonces, Él que todo lo puede, revela que todo está bajo control.
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