lunes, 28 de diciembre de 2015

¡Fe sin fronteras!

Camino a Düsseldorf me encontré con ella en la puerta del avión, la vi por primera vez de espaldas. Media estatura, rubia, bien vestida, mas de 60, estaba cabizbaja y llorosa, y en mi interior sentí que ella sería mi próxima amiga, lo que comprobé en segundos. Conectamos antes del despegue, yo parlanchina, le hablé de Dios, ella rebosaba de amor a Dios pero su fe no se sonrojaba fácilmente con palabras lindas del espíritu, porque estaba cargada de dolor. Sin darnos cuenta Jesús tomó el protagonismo de nuestros intercambios y compartimos anécdotas increíbles que ninguna había contado a prácticamente nadie, donde los códigos de Dios fueron más que palabras. Oramos, sonreímos profundamente, lloramos, quedando unidas por la complicidad de una fe sin fronteras.

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