En esta vida es fácil perderse en el laberinto de los afanes, las vanidades y el activismo.
Ordenar sabiamente nuestras prioridades y mantener el enfoque, resulta todo un reto; el cansancio y la ansiedad pueden acabar abatiendo brutalmente nuestra comunión con Dios y por ende debilitarnos espiritualmente, al punto de que cualquier golpe nos derribe.
Pero cuando un suspiro te traicione y tu carne no resista, si tu paz se va muy lejos, y el sudor te arrastra el llanto, aún si tus temblores te humillan, Jesús permanecerá a tu lado, y reencontrarás tu corazón en la sonrisa del maestro, comenzarás a saborear felicidad y paz profunda. Bajo sus alas recibirás su comprensión, protección y cálida ternura.
¡Él no te deja!
Son para ti, la que dice que nunca estoy, pues si me voy es porque te quedas con Dios...
miércoles, 16 de octubre de 2013
No te deja
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