No podemos evitar que las cosas envejezcan o se oxiden, sucede con cosas, lugares y hasta con nuestro cuerpo. Entramos en la curva de procesos declinatorios que contrarrestan los sueños que nos hicieron atrevernos y escalar. Pero todo cambia y muchas vulnerabilidades nos arropan la piel; con pulso débil, pero aún latiendo, ilusiones esperan ser realizadas.
En Eclesiastés 3:15 encontramos esta verdad: “Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser fue ya; y Dios restaura lo que pasó”. Significa que Él no trata de reparar nada, se trata de restaurar, dejar todo mejor que antes. Sus misericordias son nuevas cada mañana y su creatividad superior. Ahora necesita que tu fe encaje en el hueco de su mano y como creíste, será hecho.
Son para ti, la que dice que nunca estoy, pues si me voy es porque te quedas con Dios...
miércoles, 26 de febrero de 2014
¡No te oxides!
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