En esta vida es fácil perderse en el laberinto de los afanes, las vanidades y el activismo.
Ordenar sabiamente nuestras prioridades y mantener el enfoque, resulta todo un reto; el cansancio y la ansiedad pueden acabar abatiendo brutalmente nuestra comunión con Dios y por ende debilitarnos espiritualmente, al punto de que cualquier golpe nos derribe. Pero cuando un suspiro te traicione y tu carne no resista, si tu paz se va muy lejos, y el sudor te arrastra el llanto, aún si tus temblores te humillan, Jesús permanecerá a tu lado, y reencontrarás tu corazón en la sonrisa del maestro, comenzarás a saborear felicidad y paz profunda, bajo sus alas recibirás su comprensión, protección y cálida ternura.¡Él no te deja! l
Son para ti, la que dice que nunca estoy, pues si me voy es porque te quedas con Dios...
viernes, 9 de diciembre de 2016
¡No te deja!
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