jueves, 14 de agosto de 2014

¡La llave!

Generalmente caminamos en el espejismo de un prejuicio, sin ver en realidad lo que estamos mirando, sino lo que nos han hecho ver. Hablamos y reaccionamos antes de que alguien termine la frase sólo porque creemos saberlo todo al respecto, porque a nuestros ojos nos creemos correctos, estando cómodamente alineados a los patrones tradicionales.



La verdad es que raramente vemos la vida como es, porque la vemos como somos. De igual manera nuestro concepto de los demás es una fusión de informaciones y apreciaciones incompletas y lejanas a su origen. Su conducta no es su esencia, como tampoco es su todo. Jamás conoceremos el perfil de un corazón excavando en la internet o juzgando una circunstancia. La llave de un corazón, es un oído leal.


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