La fe alcanza latitudes no vislumbradas cuando Dios, por su palabra, nos otorga la autorización para tomar aquello que nos ha concedido. Es justo cuando comprendes desde lo más íntimo de tu ser, que nada impedirá que lo recibas. Es cuando al ir por tu sueño ves con asombro las distancias acortarse y cómo convergen los tiempos en un mismo cuadrante. ¿Si Dios es contigo, quién contra ti? No obstante, puede que veas olas erigirse arrogantes para intimidarte con alborotada alucinación y vientos silbando como aullidos, derrochando cinismo; no hagas caso, esas sólo son nubes huecas y pasajeras. Es el momento del desenlace, lo que tanto esperaste, enfréntalo con sonrisa retadora y demuéstrales que ser el mejor no es tan importante como confiar en el mejor.
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