La vida es un intervalo que se sostiene entre las costas infinitas del plan divino. Sus cuerdas de plata soportan el puente del tiempo y las alas del alma.
Nacer es estar en ese puente entre la vida y la muerte, ese intervalo sagrado que tantos profanan; en su ignorancia, tan ancha como las sendas de la perdición, son llevados a treparse en el tope de la paciencia de aquel que con un soplo animó su carne. De una fumada convierten en cenizas pensamientos y recuerdos de papel y vomitan como humo el pan de la sabiduría que los alimentó.
Recordemos que el Altísimo sopló en la nariz de Adán su aliento, y cuando morimos ésta es la primera en descomponerse, el útero es lo último. La paciencia es vida. ¡Medítalo!
Son para ti, la que dice que nunca estoy, pues si me voy es porque te quedas con Dios...
viernes, 2 de enero de 2015
¡Medítalo!
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