Los cambios nos mueven hacia la trayectoria divina. La motivación es el combustible del cambio, la fe el factor que rige su trayectoria y la sabiduría lo que le añade velocidad.
Abraham estaba listo para su promoción, su identidad no estaba basaba en sus posesiones ni experiencia, su cambio no sería detenido por lo que debía dejar atrás, era un hombre de avanzada, no huiría del trato divino, ni lo dejaría a medias, se acercaría al plan de Dios, a su promesa, al precio necesario. Por consiguiente, Abraham entregó a su hijo, sus ilusiones, su futuro, su todo, en el regazo de aquel que retorna toda dádiva por partida doble. Los cambios que Dios promete, no son meros adelantos, son promociones validadas con las provisiones de su benignidad.
Son para ti, la que dice que nunca estoy, pues si me voy es porque te quedas con Dios...
lunes, 5 de enero de 2015
¡Promoción Divina!
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