En 2 Samuel 23:6 encontramos el relato de unas particulares expresiones del rey David: “Pero los malvados son como espinos que se desechan; nadie los toca con la mano, se recogen con un hierro o con una lanza y ahí el fuego los consume”. Las leyes de esta vida se cumplen de manera natural. Asombra y espanta la precisión de la supervisión divina. El cielo no yerra, no borra, no pierde tiempo, no hace encuestas. Cuando llega la hora, simplemente ejecuta: bendice o sanciona!
A su hora, inconsultamente y sin restricciones, opera para liquidar cuentas, establecer su autoridad, y quienes se consideraron intocables ante la justicia humana, quedan desnudos ante el escrutinio divino. Dios hace milagros, hace misericordia, hace maravillas, pero no hace acepción de personas.
Son para ti, la que dice que nunca estoy, pues si me voy es porque te quedas con Dios...
jueves, 12 de noviembre de 2015
Hora cero
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