Una diminuta semilla de mostaza cae a tierra desde la cúspide del árbol, muriendo y habitando en el subsuelo y luego es el más frondoso árbol del huerto, conquistando con los puños de sus vastas raíces el terreno que la tragó. Igual sucede cuando entierran nuestras esperanzas, dejándonos frustrados e inertes, es allí donde la impotencia se convierte en violenta resistencia, mutando en descomunal osadía. Tales experiencias templan el carácter que empodera a un verdadero hombre con: fe que nace de la muerte, vida que nace de la resurrección y justicia que emerge de una conciencia redimida.
Un hombre de fe es mayor que su fe y que la grandeza hacia donde su fe lo lleva, pero un hombre sin fe, un día será menos que una semilla de mostaza.
Son para ti, la que dice que nunca estoy, pues si me voy es porque te quedas con Dios...
domingo, 22 de junio de 2014
¡Hombre de fe!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario