domingo, 27 de noviembre de 2016

Dios escucha

Una de las experiencias más exasperantes que conoce el hombre es tratar de comunicarle algo importante a alguien que no está escuchando. “No me estás escuchando” es una queja que oyen miles de niños, dicha por padres frustrados y por miles de esposas y esposos frustrados. Detrás de esa queja hay puro temor: temor a que los hijos van a desoír nuestro obsoleto consejo, temor a que los esposos piensen que las esposas son demasiado torpes para tomarlas en serio.

Y es terrible el temor de que nuestras oraciones caigan al suelo, sin haber sido escuchadas, sin abrir. ¿Qué pasa si Dios piensa que somos demasiado torpes para que él nos tome en serio, o que nuestras necesidades, esperanzas y deseos sean demasiado triviales para que le importen al gran Rey?

¡Todo lo contrario! Jesús les dijo una vez a los creyentes que a Dios le agrada escuchar las oraciones de su pueblo y que desea ardientemente ayudarles en sus necesidades: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7,8). ¿Podría ser más claro? Pregunte lo que quiera! (Psst—recuerde—¡él lo ama!)

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