domingo, 6 de noviembre de 2016

¡Es perfecto!

Conocer a Dios es vital, sus caminos no son nuestros caminos, tampoco sus pensamientos, y ni hablar de sus procedimientos. La fe se basa en conocer su bondad y fidelidad infinitas, éstas nos asombran tanto como nos aturden ciertas decisiones contrastantes con nuestra manera de creer, pensar y actuar.  Dado que Dios resulta incomprensible, necesitamos creerle. Es omnisciente, todo lo sabe, omnipotente, todo lo puede, omnipresente, porque está en todas partes,  y sin lugar a dudas le llamo el  “Omnipaciente” pues decidió tomar como suyas nuestras calamidades capa por capa, nuestras terquedades día por día,  nuestra rebeldía y nuestras caídas una por una; es paciente con el indiferente, humilde en la arrogancia de nuestra ignorancia y noble ante el atrevimiento de nuestras incapacidades. Conocerle es transformarse. 

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